viernes, 2 de diciembre de 2011

MAMMA MIA! (La madre que la trajo…)


Dirección: Phyllida Lloyd.


Año: 2008.

Duración: 108 min.

Interpretación: Meryl Streep (Donna), Pierce Brosnan (Sam), Colin Firth (Harry), Stellan Skarsgård (Bill), Julie Walters (Rosie), Dominic Cooper (Sky), Amanda Seyfried (Sophie), Christine Baranski (Tanya).


  Digámoslo sin más: “Mamma Mia!” es una mala película, muy mala. Tenía muchas reservas con respecto a ella (como las tengo acerca del género musical) y éstas no sólo se vieron cumplidas, sino que la película las sobrepasó: es peor de lo que imaginaba. Y mi reticencia hacia este tipo de filmes no influye en mi apreciación, pues si me hubiera parecido buena lo diría, pero… ¡es que es muy mala! Las hay peores, por supuesto y está lejos de un suplicio chino, pero desde luego consigue lo contrario de lo que pretende: transmitir alegría de vivir y felicidad.

  Esto último es propio de muchos musicales y no es en absoluto reprochable si la historia está bien contada, pero cuando no tiene ni pies ni cabeza y desbarra por momentos debido a una torpe dirección, el espectador siente que le están tomando por tonto. La impresión final es que la directora (la misma que vuelve a dirigir a la Streep en el biopic de Margaret Thatcher, suponemos que con un estilo en las antípodas de este film)les propuso a los actores pasarse unas vacaciones de ensueño en la isla griega donde transcurre el film y a cambio sólo tendrían que afinar un poco las cuerdas vocales (algo que no todos consiguen). Se nota que el equipo se lo pasó en grande haciendo la película. Otra cosa es que al espectador le pase lo mismo viéndola.

  La historia de Donna -una madre soltera cuya hija de veinte años quiere conocer la verdadera identidad de su padre con motivo de su próxima boda, para lo cual decide invitar  al enlace a los tres hombres que compartieron lecho con su madre en las fechas de su concepción, sin decirle nada de esto a Donna- no tiene consistencia, pues se basa en situaciones inverosímiles y mal desarrolladas y cuy único aliciente, conocer al verdadero padre, se diluye en el sinsentido final de la trama. Ni siquiera las interpretaciones son reseñables, aunque Meryl Streep esté correcta y no cante mal, se le da mejor el drama y el resto de actores no pueden sacar adelante a unos personajes imposibles, sobre todo el de Julie Walters, concebido como un alivio cómico secundario que lo único que transmite es vergüenza ajena. La única que se salva en lo musical es la joven Amanda Seyfried, la que mejor canta de todo el reparto. 

  Por lo tanto, el único aliciente de la película es su banda sonora, pegadiza y jovial, aunque no seas un fan acérrimo de la banda sueca Abba, en cuya música se inspira el film y el musical en que éste se basa. Y eso que no han incluido algunas de las canciones más famosas del grupo como “Fernando” o “Waterloo”. La cinta no gustará a aquellos que no comulguen con su banda sonora, pero dudo que agrade a muchos a los que sí les gusta. No vale el dinero de la entrada, pero sé de unos cuantos se lo pasaron en grande. A fin de cuentas, eso es lo que importa.


  P.S.: Fíjense si es mala que mi padre, otro reticente, a mitad de película se trajo un barreño en el que fingía vomitar cada cierto tiempo…


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